domingo, 2 de marzo de 2014
EL PAISAJE ES LA FUENTE DE INSPIRACIÓN DEL ARQUITECTO PAISAJISTA JUAN GRIMM
En las presentaciones que realiza en diferentes simposium en Chile y el extranjero los oyentes dejan escapar exclamaciones de admiración al ver las imágenes de los jardines que ha realizado.
Son muchos los paisajistas que lo admiran, entre ellos yo.
Muchos también los que quieren conocerlo y desean saber más de su obra y su manera de diseñar.
He tenido la suerte de conocerlo desde "potrillo" y recorrer su casa refugio en el norte de nuestro país, como varios de sus jardines a lo largo de Chile.
Aquí va algo que lo retrata y la visión de dos profesionales que lo conocieron de cerca y que ahora son grandes en lo suyo.
En la huella de Grimm
articulo publicado por Luz María de la Vega el 6 de mayo de 2006, en VyD, de entonces. Hoy VD
El diseño de sus jardines es admirado por sus pares. Considerado como un "gurú" por sus alumnos, el arquitecto paisajista Juan Grimm siente que los ha marcado en la manera de aproximarse al paisaje, en especial a dos de sus seguidoras: Carol Krammer y Tere Moller.
Artículo publicado el 12 de Enero de 2002
Sus proyectos han aparecido en la revista "House & Garden"; Ediciones Arq publicó un libro de más de 200 páginas con una selección de sus jardines, y cada vez que da una conferencia de lo realizado en los últimos 17 años, las salas se llenan.
Juan Grimm Moroni diseña jardines desde 1984. Sugerentes, sorprenden al observador... Cascadas, pérgolas, lagunas, entre otros elementos conforman rincones evocadores o románticos que no dejan indiferentes.
Sus estudios en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso le han permitido proyectar y construir una serie de obras, en especial edificios. Cuando fue ayudante de la inglesa Esmee Cromie, en el Departamento de Diseño Ambiental de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica, su camino se inclinó fuertemente hacia el paisajismo. Ella lo llevó además al taller que compartía con Marta Viveros.
¿Qué tomaste de esos primeros pasos?
"Con Esmee hubo un acercamiento conceptual. Con ella aprendí a analizar los jardines; a criticarlos para bien o mal. Pese a la diferencia en términos de experiencia, me trató como su igual. De Marta fui ayudante, le dibujaba; con ella conocí a Prager, los tipos de vegetación y la recuperación de elementos propios para la jardinería chilena".
¿Aprecias un cambio en tus diseños?
"En el concepto no. En la forma sí, porque la experiencia hace cambiar. Ahora tengo un conocimiento más directo de las plantas".
No con coleccionar especies vegetales ni armonizarlas por colores crea esa atmósfera que busca al trabajar un espacio: "Primero debo pensar lo que corresponde a ese lugar preciso. Es algo que siento; cada espacio responde a un clima y un entorno determinado".
¿Buscas dar un sello especial a tus diseños, de modo que se diferencien de otros?
"Hay una diferencia que no busco. Me gusta el contrapunto entre lo natural y lo arquitectónico, para que ambos aspectos se potencien. Las cosas se unen por contraste. Al espacio debe dársele un alma, una atmósfera que evoque al espectador y lo emocione".
Más allá de la intuición, ¿qué consideras fundamental en un paisajista?
"Tener el sentimiento para lograr una atmósfera especial de armonía con el entorno".
Siempre has utilizado el color en grandes extensiones. La idea de un jardín orgánico, más sano, propone la diversidad. ¿Qué opinas al respecto?
"Me llega muy bien el concepto de jardín orgánico en tanto haya armonía en él. Una quebrada puede tener 40 ó 50 plantas que se complementen entre sí, y todos esos colores juntos pueden darme una emoción especial".
En tu trayecto, como profesor de paisajismo y arquitecto, has dejado una huella. ¿Sientes que tienes discípulos que han tomado algo de ti?
"Más que discípulos, hay gente que ha aprendido conmigo que para hacer un jardín hay que tener una idea de lo que se creará en él, que va más allá de conocer especies vegetales, aunque eso ayuda. Muchas de mis alumnas hacen cosas muy distintas a las mías, pero les he dado el impulso para ver cómo se dan las plantas en la cordillera y en el mar. No son recetas. En mis clases siempre traté de sacar el máximo de partido de ellos mismos, dándoles sólo un pie. Aprender a mirar el paisaje es fundamental".
Con quienes se siente más cercano es con Carol Krammer y Tere Moller: "Nos hemos relacionado hablando un mismo lenguaje, más allá del paisajismo". En ellas aprecia lo que le parece fundamental en un diseño paisajístico: la sensibilidad unida a una visión racional. La búsqueda común es realzar la naturaleza, la vegetación del lugar, en espacios resulten atractivos a los sentidos.
Carol Krammer: "Mis jardines me salen de adentro"
Carol Krammer fue una de las alumnas de Grimm cuando él era profesor de paisajismo en primer año de Diseño en la Universidad de Chile. Si bien sus trabajos son muy particulares, comparten la misma mirada.
Sensible al tema de las flores y los grandes espacios, debido a que pasaba con su familia y amigos largas temporadas junto al Lago Todos los Santos, el día que vio un diaporama de su profesor se conmovió: "Sentíamos lo mismo frente a la naturaleza. Las emociones que producen los distintos paisajes es algo que va al espíritu del hombre. A mí me conecta con algo que me da una plenitud y eso es lo que he querido entregar cuando proyecto jardines".
Carol terminó sus estudios en Incacea, donde Grimm también le hizo clases. Siente que él le transmitió que uno puede crear a partir de lo que ofrece la naturaleza. "Sensaciones, algo acogedor, dinámico. Uno da ciertos lineamientos, luego las plantas, por sí mismas, toman peso y fuerza".
Busca conjugar varias cosas. Por una parte, lo racional, las necesidades del usuario, de modo que sea práctico. Por otro lado, lo intelectual, una respuesta interior suya frente al encargo. La esencia del lugar es fundamental al realizar el trabajo. Su estilo tiene toques clásicos, atemporales, de modo "que se vean espontáneos y al mismo tiempo vivibles, tranquilos, para que se incorporen como si no fueran algo impuesto".
No entiende el paisajismo como una ornamentación, sino que lo relaciona con el paisaje donde se crea para así lograr una atmósfera: "Es una sensación que no está ajena a la aventura; busco que quienes lo vayan a usar quieran estar en el lugar. Es así como a veces es emboscado, o con árboles caducos si en invierno se necesitará sol. Puede ser un patio duro si el pasto no se da, a lo mejor con un estanque donde se sienta correr el agua como si fuera un río, dando un efecto de frescura y relajo".
Tiene claro que la idea no es imitar la naturaleza. Para evitarlo la observa concienzudamente. Busca sus coloridos en los diferentes momentos del día, cómo semillan las plantas, cómo se agrupan en forma espontánea cuando no ha habido intervención del hombre. "No es un capricho, sino una sublimación donde lo importante es captar su esencia, para que provoque lo mismo".
Tere Moller: "Hay un código que me conmueve"
Con Juan Grimm, la paisajista Tere Moller descubrió el valor esencial de la estética y desarrolló lo que denomina el "no estilo", una sensibilidad donde se aprecia el orden de la naturaleza.
Llegó al paisajismo después de estar cursando una profesión ligada a la medicina. Tere Moller mira hoy esos días y asevera: "Aún no había encontrado mi camino". Talleres con Juan Grimm en Incacea fueron vitales para ella, aunque también tuvo otras influencias. Recuerda que "la primera vez que lo vi, él explicaba su visión de la naturaleza a través de un viaje que hizo a la India. Me conmovió una sensibilidad compartida. Juan fue un gatillador para mi quehacer posterior, que iba desde las cosas más simples en un jardín, como por ejemplo la disposición de las piedras a orillas de un camino, hasta descubrir, tras los elementos prácticos, valores estéticos".
Primero hubo una relación de maestro a discípulo, después una amistad que continúa hasta ahora.
Acompañando a su marido, Tere debió viajar a Estados Unidos, donde estudió diseño de jardines en el New York Botanical Garden. Ponderando a distancia esos días, siente que allí adquirió conocimientos técnicos y el contacto con otro mundo y otras culturas, tal como se lo dieron viajes posteriores. Sin embargo, siente que si no fuera por Grimm ella no sería paisajista: "La vivencia con él fue profunda. Me impulsó a sacar mi sensibilidad estética escondida".
La experiencia, el equivocarse, el contacto con la tierra, el hacer proyectos junto a Tere Chadwick durante año y medio ("donde adquirí otro camino profundo de sensibilidad y conocimiento"), y un sinnúmero de proyectos privados y públicos fueron dándole un sello propio, pero que tiene algo también de su maestro "aunque nunca trabajamos juntos, tenemos algo fuerte en común".
Hace un año y medio está asociada con Antonia Claro, licenciada en arte, con Postítulo en Manejo del Paisaje en la Universidad Católica. Cada proyecto que hacen es diferente. Juegos de geometrías con piedras en el pavimento, disposición de musgos o hiedras entre árboles, caídas de agua, caminos rodeados de árboles con espacios de sombra recordando quebradas... También están presentes los recorridos florales, rocas gigantes sobre gravilla, macetas de hormigón o estanques de agua que se repiten y, últimamente, una línea más abstracta, minimalista y geométrica que se da en especial en los diseños para áreas públicas.
Tere se identifica con una sensibilidad: apreciar el orden de la naturaleza y la belleza que hay en ella pues "de esa manera uno recrea espontánea y fluidamente". Sus expresiones son diferentes según las necesidades de los usuarios y los paisajes donde sus proyectos están insertos, y aunque no se pregunta si sus trabajos se parecen o no a los de Juan Grimm, al cuestionárselo le parece que tienen una marca distinta.
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